jueves, 28 de febrero de 2013

ALHAKEN CALIFA DE CÓRDOBA



CÓRDOBA, SIGLO X, 975 DC

De cosas notables del gobierno del Rey Alhakem, y de su muerte.

Procuró el Rey Alhakem Almostansir que su hijo único el Principe Hixém tuviese los mas doctos maestros que en Oriente y en Occidente se hallasen: entre otros buscó á Muhamad ben Alhasan ken Abdala ben Mezhag el Zubeidi, originario de Sevilla y vecino de Córdoba, se apellidaba Abu Becri, habia sido discípulo de Casim ben Asbag, y de Said ben Fahlon y de Ahmed ben Said en la lengua, y en la poesía de Abu Aly el Bagdadi: era este Zubeidi el hombre mas docto que entonces se conocía en la lengua arábiga y en su gramática; y fue su especial encargo enseñar esto al Príncipe. Escribió varias obras muy curiosas y el compendio (* Una antigua copia de este compendio del Zubeidi está en la Real Biblioteca de Madrid.) del célebre diccionario intitulado Ain: le ayudaban en este trabajo de órden del Rey el capitan de su guardia Muhamad ben Abi Husein, y el insigne poeta Abu Aly el Bagdadi: fue el Zubeidi prefecto del juzgado de Córdoba, y despues el Príncipe Hixém le honró con otros principales cargos. Alcasim Aben Asbag de Baena le enseñaba historias tradicionales, y Muhamad ben Chatéb el Lezdi varia erudicion y la métrica, y lo mismo el Tobni de Záb, insigne poeta de este tiempo y Wali Xarta del Rey Alhakem.

Era el Rey Almostansir muy amante de la paz, y la procuró conservar aun con los Cristianos á pesar de algunos de sus Walíes de frontera; y cuentan que los consejos que solía dar á su hijo Hixém concluían siempre con decirle: no hagas sin necesidad la guerra, manten la paz para tu felicidad y la de tus pueblos, no saques tu espada sino contra los injustos: ¿qué placer hay en invadir y destruir pueblos, arruinar estados y llevar los estragos y la muerte á los confines de la tierra ? ten en paz y en justicia los pueblos, y no te deslumhren las falsas máximas de la vanidad: sea tu justicia un lago siempre claro y puro, modera tus ojos, pon freno al ímpetu de tus deseos, confia en Dios, y llegarás con serenidad al aplazado término de tus dias.

Mandó empadronar los pueblos de sus estados, y habia en España seis ciudades grandes, capitales de las capitanías, ochenta de mucha poblacion, trescientas de tercera clase, y las aldeas, lugares, torres y alquerías eran innumerables: solo en las tierras que riega el Guadalquivir habia doce mil: dicen algunos que se contaban en Córdoba doscientas mil casas, seiscientas mezquitas, cincuenta hospicios , ochenta escuelas públicas, y novecientos baños para el comun. Las rentas del estado valian cada año doce millones de mitcales de oro, sin contar las rentas de azaque que se pagaban en frutos. Se beneficiaban muchas minas de oro, plata, y otros metales por cuenta del Rey, y otras por particulares en sus posesiones: eran muy ricas las de los montes de Jaen, Bulche y Aroche, y las de los montes del Tajo en Algarbia de España. Habia minas de piedras preciosas, dos de jacut rojo, ó de rubies á la parte de Beja y de Málaga. Se pescaban corales en las costas de Andalucía, y perlas en las de Tarragona. En la larga paz que mantuvo el Rey Alhakem se fomentó la agricultura en todas las provincias de España: se labraron azequías de riego en las vegas de Granada, Murcia, Valencia y Aragon: se construyeron albuheras ó lagos para riego, y se hicieron diversas plantaciones de toda especie como convenía á la calidad y clima de las provincias. En suma este buen Rey mudó las lanzas y espadas en hazadas y rejas de arado, y convirtió los ánimos guerreros é inquietos de los Muslimes en pacíficos labradores y pastores. Los mas ilustres caballeros se preciaban de cultivar por sus manos sus huertos, y se holgaban los Cadíes y Alfaquíes en la apacible sombra de sus parrales: todos iban al campo y moraban en las aldeas dejando las ciudades , cuales en la florida primavera, cuales en el otoño y al tiempo de sus vendimias. Muchos pueblos siguiendo su natural inclinacion

(*) Desde la mas remota antigüedad fueron los Arabes moradores del campo, que vagaban pastoreando sus rebaños : Isaías anunciando la desolacion de Babilonia decia , que aquella ciudad vendría á ser un yermo espantoso: ve lo yahel sam Arabi, we roim lo yarbku saín: que ni acamparía alli el Arabe, ni pastores sestearían allí: como decia Cotaiba no sabeu vivir sin* buscando pastos á sus ganados , mudando sus ranchos á mas ó menos distancia , por dar tiempo á que se renueven las yerbas, y para buscar en la mesaifa ó estacion de verano las alturas frescas hácia el Norte ú Oriente , ó volviendo al fin de la estacion para la mesta ó invernadero , hácia los campos abrigados del Mediodía ó Poniente , imitando á las grullas que, como decía Damir , tienen su mesaifa en la Iraca ó Caldea , y su mes» en Egipto y tierras de Poniente. Estos Arabes se llamaban Moc. dinos vagantes ó trashumantes , y es facil que alterado este nombre de el haya procedido el de nuestros ganados merinos; que conservan esta vida alárabe. se entregaron á la ganadería, y conservaban la antigua vida de los Bedawis, y trashumaban de unas provincias á otras, procurando á sus rebaños comodidad de pastos en ambas estaciones.

Jusuf ben Hamud el Sadfi, Cadi de Cebta su patria, informó al Rey Alhakem de la sabiduría y celebridad que tenia en Oriente Abdala ben lbrahim el Omaya de Asila la de Tanja : éste era originario de Sidonia en Andalucía, y de la mas ilustre prosapia : habia pasado á Cairvan y á Egipto, y estaba en la Iraca y solicitado del Cadi de Cebta, y por cartas del Rey Alhakem se vino á España en este tiempo, y desembarcó en Almería. Hizo el Rey Alhakem muchas obras públicas en las provincias de España : reparó mezquitas y menciles ó posadas públicas, entre otras la célebre y antigua de Libia, que se llamaba Menzil Haxemia, construyó fuentes en poblado y en caminos públicos , y reparó puentes y acueductos. Encargó el gobierno de Badalyox y de. sus comarcas al Persiano Sabur su familiar y camarero , hombre docto y de mucha política. En este tiempo murió Muhamad ben Abdelwahib, gobernador de Jaen, hombre de grande ingenio, que mereció la confianza del Rey Anasir y de su hijo el Rey Alhakem : en su juventud habia tenido competencias con el Wazir Abdelmelic ben Gehwar sobre precedencias de asiento con notables lances: este Aben Gehwar fue Wali Bait el Mál ó prefecto de la Tesorería , y cuenta Razi que sus composiciones poéticas eran de tanta elegancia que se atribuían á Zeidun de Córdoba : sobre todas se celebraba su cancion de las excelencias de la rosa, que algunos decian que se aventajaba á la primavera, y á la descripcion de la lluvia de Abdala el hijo de Alhakem el Coreixi.

El Rey Alhakem no solo era justo apreciador del mérito de los buenos ingenios, sino tambien muy buen poeta, pues como en aquel tiempo era la poesía una de las prendas .de educacion de los caballeros, la entendia bien y se ejercitó en su juventud en toda especie de metros, y quedan, unos versos, suyos , que dice Hayan que los hizo á la partida y, separacion  suya de la Sultana Sobeíha, madre de Hixém, con ocasion de la jornada de Santistefan de Gormaz, que los repetía Abu Aly el Hasan ben Ayúb, y con algunas variantes Muhayer el Dilemi, y son estos:

De tus ojos y los míos
De lágrimas los raudales
Líquidas perlas llorabas,
Juntas en tu lindo cuello
Estraño, amor , al partir
Mi corazon se arrancaba,
Ojos en llanto anegados,
Si del corazon salieron
Este corazon de fuego
Loco de amor preguntaba
T estaba en mi corazón
A sinrazon me querello
T de los ojos que lloran, 
en la triste despedida
inundaban tus mejillas :
rojos zafires (*) vertía,
precioso collar hacian,
como no perdí la vida:
el alma salir quería,
aquellas lágrimas mías
en su propia sangre tintas,
cómo no se deshacía ?
dónde estas bien de mi vida?
y con su encanto vivía :
de amor que en ansias suspira,
y del corazon que hechizas.

(*) Es decir que sus lágrimas eran de sangre, que salían del corazón.

Sería menester dilatarse mucho para referir las virtudes y grandeza de ánimo de este sabio Rey, y la mucha prosperidad de España en su tiempo; pero pasaron sus dias como pasan los agradables sueños, que no dejan sino imperfectos recuerdos de sus ilusiones : pasó á las moradas eternas de la otra vida, en. donde hallaría, como todos los hombres, aquellas moradas que labró antes de su muerte con sus buenas ó malas obras: falleció en Medina Azahra á dos de Safar del año trescientos sesenta y seis, á los (976) sesenta y tres años de su edad, y quince años, cinco meses y tres dias de su reynado. El féretro del Rey Alhakem fue acompañado de todos los caballeros de la ciudad, y de infinita gente que acudió de la comarca : fue enterrado en su sepulcro del cementerio de la Rusafa: hizo oracion por él su hijo Hixém, que descendió al sepulcro, y salió de él sin poder contener sus lágrimas.

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