martes, 12 de febrero de 2013

Educación y pensamiento crítico en tiempos peligrosos


Educación y pensamiento crítico  en tiempos peligrosos

Tito Chaín

A conferencias sobre reforma educativa algunos expertos no son invitados. En estos tiempos y en esta sociedad los políticos más poderosos y los megaricos hablan de libertades, pero cuando se ejercen ya no les gusta, ponen gritos en el cielo e inmediatamente lanzan masiva y brutal  represión hasta sus últimas consecuencias.

En estos tiempos hay muchas señales, algunas estimulantes y otras funestas. Vivimos una gran contradicción al tratar de cambiar el sistema educativo y al mismo tiempo vivir dentro de una sociedad que propaga valores culturales, políticos y sociales diametralmente opuestos de los que se enseñan en la escuela. Esta es una contradicción que el educador progresista y democrático debe abordar y no esquivar como lo hace (y da coraje) lo que llaman la reforma educativa. Se ha mostrado que el concepto de educación progresista y democrática no se puede separar del concepto de la política y del cambio político.

Los medios y la sociedad, los megaricos y los políticos poderosos, primero le quitan toda la fuerza a la crítica. Cuando se quedan sin argumentos (casi siempre) acusan (antes de tirar zarpazos) a críticos con frases corrientes, comunes y sin seso: “Está en contra de todo y a favor de nada” “Es un radical” “Es un resentido social” Si el crítico fuera igual de corriente respondería usando los mismos groseros términos “Está a favor de todo y en contra de nada” “Es un conservador” “Es un explotador” “Es un privilegiado social”

Los megaricos y los políticos poderosos no van a criticar las pruebas estandarizadas ni la categorización de niños ni la privatización del espacio público ni la embestida contra los maestros y su movimiento sindical. Lo que quieren imponer en su reforma educativa es una “dieta” sin chiste. Esto es un primer problema que ya está en las calles.

Un segundo problema en tal “reforma” es no abordar el hecho de que el sistema educativo sirve a la sociedad de modos sutiles y de modos francos. Por eso toda escuela en toda sociedad es un microcosmo de esa sociedad, de alguna forma la representa. Eso es tan común que de tanta costumbre pasa desapercibido, pero si se presta atención se pueden observar varias escuelas para ricos con clases de 15 alumnos, alta tecnología, maestros bien preparados y un ambiente plácido. Pero en los municipios, en los barrios, las clases son de 85 alumnos, sin aparatos y con salones indescriptibles. Y en el campo y en comunidades apartadas no existen escuelas y si acaso hay escuela ésta no tiene maestros. Aunque una persona no supiera nada de los problemas de la educación, vería claramente que una escuela está preparando a los alumnos para manejar la sociedad; las otras escuelas los están preparando para trabajar en las fábricas, supermercados, fincas y comercios, y para la prisión.

Es pura fantasía querer separar la educación democrática y progresista de las desigualdades atroces de nuestras escuelas, de la memorización embrutecedora, de la separación de los niños por categorías, del castigo, No se cambiará nada si no se abordan las desigualdades sociales reinantes. Estamos viviendo una de las formas más crueles de eso en la preparación de los niños y jóvenes para la esclavitud, el desempleo y la delincuencia.

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