HISTORIAS TURCAS 1
F. J. Chaín
Abdul Hamit II (Estambul,
1842-1918) Sultán de Turquía en esta amable historia islámica se le recuerda como el Sultán que prohibió los
bolsillos. Fue el sultán otomano trigésimo cuarto de la dinastía de Osmán,
ocupó el trono entre 1876 y 1909, único gobernante de sus tiempo que dirigió
más de 10 años. Encabezó un gobierno autocrático, aunque también fue el máximo
impulsor de la Tanzimat (reorganización)
de la administración otomana. Inicio su mandato 31 de agosto de 1876 sucediendo
a su hermano Murad V, quien había sido declarado incapaz por enfermedad mental
por Midhat Bajá. Abdulhamit aprobó la primera constitución otomana el 23 de
diciembre de 1876. La Carta Magna, que lo reconocía como califa de todos los
musulmanes, establecía la indivisibilidad del Imperio, la creación de un Senado
y una Cámara de Diputados, la inviolabilidad de la libertad individual y la
libertad de enseñanza. Los senadores serían nombrados directamente por el
sultán y tendrían carácter vitalicio, mientras que los miembros de la Cámara de
Diputados serían elegidos por escrutinio secreto cada cuatro años. El sultán,
mediante un decreto promulgado el 10 de septiembre, anunció el inicio de la Tanzimat, nombre con el que era conocido
el movimiento que pretendía la reorganización del estado otomano. Su reinado
estuvo caracterizado por los continuos enfrentamientos con las principales
potencias extranjeras que, aprovechando la debilidad de su gobierno, pretendían
influir en la política interna del Imperio otomano. En 1876 ordenó la matanza
de los rebeldes búlgaros, lo que provocó la indignación de las potencias
internacionales. En 1877-78 se produjo la segunda guerra ruso-turca, a la cual
puso fin el desfavorable Tratado de San Stefano, y cuyos acuerdos fueron
ratificados por el tratado que se firmó en el Congreso de Berlín (1878). Estos
dos acuerdos supusieron el inicio de la desintegración del Imperio otomano en
Europa. Chipre fue asignada a Inglaterra, Tesalia y el Egeo a Grecia y Albania
a Montenegro. Esta situación fue aprovechada por el sultán para dar un giro a
su política y, acto seguido, comenzó a adoptar medidas de corte reaccionario y
absolutista para promover una política confesional y panislámica. En febrero de
1878 suspendió la Constitución, disolvió el Parlamento y alejó del gobierno a
Midhat Bajá, quien fue asesinado por orden del sultán en 1883. Su oficio era
carpintero el cual a pesar de su responsabilidad como monarca nunca dejo. Era
caracterizado como un monarca de gran fortaleza. Era un apasionado de la ópera
y realizó de su puño y letra las primeras traducciones al turco de las óperas
europeas. También compuso varias piezas operísticas para el recién fundado
‘’Mızıka-ı Hümayun’’, teatro de la Ópera del Palacio de Yıldız, y celebró allí
numerosas representaciones de las obras de más éxito en Europa, como se muestra
en la película El último harén (1999), del director turco-italiano Ferzan
Özpetek, que comienza con una escena del sultán Abdul Hamid II asistiendo a una
representación. Fue también un poeta como muchos otros sultanes otomanos, sus
poemas fueron recogidos por su hija Aisha, en el libro Mi padre, Abdul Hamid.
En una ocasión regalo un anillo al Papa León XIII. Bismillahi Rahmani Rahim dijo. El Sultán
(Rey) Abdul Hamid, el ultimo Califa del Imperio Otomano fue una gran
personalidad de su tiempo. En virtud de su gran vigor y carisma, él fue capaz,
no solo de mantener junto su desmenuzado imperio, sino de realmente producir un
renacimiento del espíritu Islámico a lo largo del inmenso reino. Él fue el
último de los soberanos mencionados en los sermones a través del Mundo
Musulmán, y él fue el último guardián de las santas reliquias del Profeta que
se encuentran en Estambul. En medio de todos los asuntos de su imperio que
necesitaban su atención, él encontraba tiempo para ocuparse de un oficio
(carpintería) y comer de los réditos de ese trabajo. No solo esto, sino que él
nunca subió a su trono para atender a la corte hasta que no había recitado sus
ejercicios Naqshbandis y leído una parte del Qur’an y también del libro de
devociones Dalail-ul-Khairat, como también rezado las dos series de oraciones
supererogatorias de la madrugada. Es suficiente testimonio a su fortaleza,
mencionar que él se sentó en el trono por treinta y tres años, en una época en
la que la mayoría de los reyes no podían procurar el conservar su poder ni
siquiera por diez años, a causa de tantas intrigas y el creciente caos de los
tiempos. La magnitud de su majestuosidad era tal, que Káiser Wilhelm II dijo
una vez: "Yo he conocido muchos monarcas y soberanos en mi vida, y a todos
los he encontrado inferiores a mí, o por lo menos mis iguales, pero cuando yo
entré en la presencia de Abdul Hamid, comencé a temblar”
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