¿Está Edward Snowden a bordo de este avión?
Noam Chomsky
El 9 de julio, la Organización de Estados Americanos (OEA) realizó
una sesión especial para discutir la escandalosa conducta de los estados
europeos que se negaron a permitir que el avión gubernamental del presidente
boliviano Evo Morales entrara en su espacio aéreo.
Morales volaba a su país después de asistir a una reunión cumbre en Moscú el
3 de julio. En una entrevista allá, comentó que estaba abierto a ofrecer asilo
político a Edward J. Snowden, ex contratista de la agencia estadunidense de
espionaje, a quien Washington busca por cargos de espionaje y quien se
encontraba en el aeropuerto de Moscú.
La OEA expresó solidaridad con Morales, condenó los
actos que violan las reglas y principios del derecho internacional, tales como la inviolabilidad de los jefes de Estado, e hizo un
firme llamadoa los gobiernos europeos –Francia, Italia, Portugal y España– a explicar sus acciones y disculparse por ellas.
Una reunión de emergencia de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur)
denunció la
flagrante violación de los tratados internacionalespor las potencias europeas.
También jefes de Estado latinoamericanos se sumaron. La presidenta Dilma
Rousseff, de Brasil, expresó
indignación y condena a la situación impuesta al presidente Evo Morales por algunos países europeosy advirtió que esta
grave falta de respeto a la ley compromete el diálogo entre los dos continentes y las posibles negociaciones entre ellos.
Los comentaristas fueron menos reservados. El politólogo argentino Atilio
Borón llamó a Europa
la puta de Babilonia, que se inclina ante el poder.
Con virtualmente idénticas reservas, dos estados rehusaron firmar la
resolución de la OEA: Estados Unidos y Canadá. Su creciente aislamiento en el
hemisferio, a medida que América Latina se libera del yugo imperial luego de 500
años, tiene significación histórica.
El avión de Morales, que acusaba problemas técnicos, recibió autorización de
aterrizar en Austria. Bolivia afirma que registraron la nave para descubrir si
Snowden iba a bordo. Austria responde que
no hubo una inspección formal. Cualquier cosa que haya ocurrido, se hizo atendiendo advertencias de Washington. Más allá, la historia es borrosa.
Washington ha dejado en claro que cualquier país que se niegue a extraditar a
Snowden enfrentará duro castigo. Estados Unidos
lo perseguirá hasta el confín de la Tierra, advirtió el senador Lindsey Graham.
Sin embargo, voceros del gobierno estadunidense aseguraron al mundo que
Snowden recibirá plena protección de las leyes estadunidenses. Se refieren a
esas mismas leyes que han mantenido al soldado Bradley Manning (quien entregó un
vasto archivo de documentos militares y diplomáticos a Wikileaks) en
prisión durante tres años, gran parte de ellos en confinamiento solitario bajo
condiciones humillantes. Hace mucho tiempo que se perdió la noción arcaica de un
proceso expedito ante un jurado de iguales: el 30 de julio, un consejo de guerra
encontró a Manning culpable de cargos que podrían conducir a una sentencia
máxima de 136 años en prisión.
Al igual que Snowden, Manning cometió el crimen de revelar a los
estadundiense –y a otros– lo que hace su gobierno. Es una grave ruptura de la
seguridaden el sentido operativo del término, familiar a quien haya estudiado alguna vez documentos desclasificados. Típicamente,
seguridadsignifica proteger a los funcionarios gubernamentales de la mirada del pueblo ante el cual son responsables… en teoría.
Los gobiernos siempre han argüido la seguridad como excusa: en el caso de
Snowden, seguridad ante un ataque terrorista. Este pretexto viene de un gobierno
que realiza una gran campaña terrorista internacional, con drones y
fuerzas de operaciones especiales, que produce terroristas potenciales a cada
paso.
Su indignación no conoce fronteras ante la idea de que alguien perseguido por
Estados Unidos reciba asilo en Bolivia, que tiene un tratado de extradición con
Washington. Algo que extrañamente falta en el tumulto es el hecho de que la
extradición funciona en los dos sentidos… en teoría, una vez más.
En septiembre pasado Estados Unidos rechazó una petición formulada por
Bolivia en 2008 para extraditar al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada,
Goni, con el fin de que enfrentara cargos de genocidio y crímenes de
lesa humanidad. Sin embargo, sería un error comparar la solicitud boliviana con
la de Washington, aun en el supuesto de que ambos casos tuvieran mérito
comparable.
Edward Snowden, ex contratista de la NSA. La imagen
pertenece al certificado de asilo temporal que le dio el gobierno rusoFoto Reuters
La razón fue proporcionada por San Agustín en su cuento acerca del pirata a
quien Alejandro Magno preguntó:
¿Cómo te atreves a molestar al mar?El pirata respondió:
¿Cómo te atreves tú a molestar al mundo entero? A mí, que lo hago con un pequeño barco, me llaman ladrón; a ti, que lo haces con una gran armada, te llaman emperador.
San Agustín considera
elegante y excelentela respuesta del pirata. Pero ese antiguo filósofo, obispo en el África romana, es sólo una voz del sur global, que se puede fácilmente hacer a un lado. Las mentes refinadas modernas comprenden que el emperador tiene derechos a los que personas pequeñas como los bolivianos no pueden aspirar.
Goni es sólo uno de muchos a los que el emperador prefiere no
extraditar. Otro caso es el de Luis Posada Carriles, descrito por Peter
Kornbluh, analista del terrorismo en América Latina, como
uno de los terroristas más peligrosos de la historia reciente.
Posada es buscado en Venezuela y Cuba por su responsabilidad en el ataque con
bomba a un avión comercial de Cubana de Aviación, en el que perecieron 73
personas. La CIA y la FBI lo identificaron como sospechoso. Pero cubanos y
venezolanos carecen también de las prerrogativas del emperador, quien organizó y
respaldó el reino de terror al que los cubanos han estado sujetos desde su
liberación.
El fallecido Orlando Bosch, socio de Posada en el terrorismo, también se
benefició de la benevolencia del emperador. El Departamento de Justicia y la FBI
solicitaron su deportación por ser una amenaza a la seguridad estadunidense,
acusándolo de docenas de actos terroristas. En 1990 el entonces presidente
George H.W. Bush anuló la orden de deportación, y Bosch pasó felizmente el resto
de su vida en Miami, sin que lo inquietaran las peticiones de extradición
formuladas por Cuba y Costa Rica, dos simples piratas.
Otro pirata insignificante es Italia, que ahora busca la extradición de 23
operativos de la CIA convictos por el secuestro de Hassán Mustafá Osama
Nasr, clérigo egipcio en Milán, a quien remitieron a Egipto para responder a
cargos por tortura (más tarde se le halló inocente). Buena suerte, Italia.
Hay otros casos, pero el crimen de remisión a otro Estado nos devuelve al
asunto de la independencia latinoamericana. El Instituto Sociedad Abierta
publicó en fecha reciente un estudio titulado Globalización de la tortura:
detención secreta y remisión extraordinaria por la CIA. En él se hace un
recuento de la participación global en este delito, que es muy amplia, incluso
entre países europeos.
El académico latinoamericano Greg Grandin señaló que una región está ausente
de esa lista de vergüenza: América Latina. Esto es doblemente notable. América
Latina ha sido durante mucho tiempo el confiable
patio traserode Estados Unidos. Si cualquiera de los locales hubiera asomado la cabeza, habría sido decapitado por el terrorismo o por un golpe militar. Mientras estuvo en control de Estados Unidos, en la segunda mitad del siglo pasado, América Latina fue una de las capitales mundiales de la tortura.
Ya no es así. Estados Unidos y Canadá están siendo virtualmente expulsados
del hemisferio.
El libro más reciente de Noam Chomsky es Power Systems: Conversations on
Global Democratic Uprisings and the New Challenges to U.S. Empire. Conversations
with David Barsamian. Chomsky es profesor emérito de lingüística y
filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachussetts en Cambridge, Mass.
© 2013, Noam Chomsky. Distributed by New York Times Syndicate.
Traducción: Jorge Anaya
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