Europa y América del norte, sobrerrepresentadas en el encuentro para elegir
al papa
Radiografía del poder eclesiástico en el cónclave católico de
2013
Conservadores u opacos, la mayoría de los cardenales que van por
Latinoamérica
Los cardenales canadienses Marc Ouellet y Thomas Collins en
la plaza de San Pedro, luego de la sexta reunión preliminar, conocida como
congregación general, en la cual se delinea el perfiil del nuevo pontíficeFoto Ap
Empleados del Vaticano colocaron ayer una chimenea sobre la
Capilla Sixtina, en el contexto de los preparativos para el cónclave de
cardenales en que se elegirá al sucesor del papa Benedicto XVIFoto Reuters
Bernardo Barranco V.
Periódico La Jornada
Domingo 10 de marzo de 2013, p. 21
Domingo 10 de marzo de 2013, p. 21
La sede vacante es un estado particular en que se encuentra la
Iglesia al haberse hecho efectivo la renuncia de Benedicto XVI como pontífice de
la Iglesia católica. Esta condición especial está reglamentada por la
Constitución Apostólica II Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo
II en 1996. En este lapso de interregno la Iglesia está gobernada por el Colegio
de Cardenales en asuntos ordinarios, no puede realizar cambios sobre temas que
le corresponden al pontífice ni disponer de los derechos de la sede apostólica.
El colegio es presidido por el cardenal decano Angelo Sodano, quien fue
secretario de Estado de Juan Pablo II y todos los asuntos relacionados con la
preparación del cónclave quedan bajo la tutela del cardenal camarlengo, Tarcisio
Bertone, hasta hace unos días secretario de Estado de Benedicto XVI. Es
paradójico que ambos se han enfrentado en los últimos años en luchas palaciegas
y ambos encabezan las facciones más poderosas que dirimirán al sucesor en este
cónclave 2013. En este momento que circulan profusamente los nombres de los
posibles sucesores ofrecemos a los lectores de La Jornada un estudio
comparativo de la composición del actual colegio cardenalicio, que en unos días
entrará en cónclave. Dicha investigación, realizada conjuntamente con el
Observatorio Eclesial, que se encargó de elaborar la base de datos, muestra
claramente las principales tendencias y los actuales centros de poder
católicos.
Gráfica 1
El colegio está integrado por 208 cardenales. Sólo tienen derecho a
asistir y votar en el cónclave los cardenales menores de 80 años. Estos son 117,
que en la gráfica se muestra claramente el predominio europeo y particularmente
italiano. Europa, con 277 millones de católicos, es decir, apenas 23 por ciento
de los católicos en el mundo, acapara más de la mitad de los votos para elegir
el sucesor de Benedicto XVI. En contraparte, América Latina, con 483 millones de
católicos, 41 por ciento de los católicos a escala mundial, sólo tiene 19
cardenales en el cónclave, frente a 62 europeos.
Gráfica 2
Aparte de Italia, los países predominantes en número de cardenales
votantes son: Alemania, España, Polonia y España. Sólo un país con 52 millones
de católicos como Italia tiene 28 cardenales, desproporcionada
sobrerepresentación que sin duda incidirá en la elección del próximo papa. Asia
y África apenas figuran en la gravitación cardenalicia, con apenas 11 por
continente, a pesar de que han mostrado un mayor dinamismo de crecimiento
proporcional de católicos. En suma, los últimos dos papas han desoído las
sugerencias del Concilio Vaticano II de internacionalizar la dinámica de la
Iglesia, especialmente la curia. Esta gráfica muestra claramente el sesgo y el
predominio europeo de poder eclesiástico que sigue prevaleciendo en la
geopolítica eclesiástica.
Gráfica 3
Otra deformación proporcional, en la composición cardenalicia, se
presenta en la composición de cardenales votantes en América. Estados Unidos y
Canadá, América del Norte, tienen cerca de 85 millones de católicos, apenas el 7
por ciento mundial, y estarán representados por 11 cardenales, mientras países
como Brasil, que tiene 123 millones de católicos, siendo el país con mayor
número de fieles, sólo ciuenta con cinco cardenales. México, el segundo país con
mayor número de católicos, 93 millones, apenas alcanza tres asientos en el
próximo cónclave. Es cierto que el número de fieles no determina el número de
cardenales, pero hay regiones latinoamericanas enteras de importante cultura
católica, como la centroamericana, casi borradas, que apenas figuran en el mapa.
Sólo Honduras, con un solo cardenal, Óscar Andrés Rodríguez Maridaga, representa
una zona que ha experimentado una mutación religiosa notable, en la que los
católicos están cayendo al 50 por ciento. Países importantes, como Paraguay y
Uruguay, están borrados del mapa cardenalicio.
Gráfica 4
Esta tabla nos muestra claramente que Benedicto XVI, en sus poco
menos de ocho años de pontificado, modificó sustancialmente la composición del
colegio cardenalicio. Como se podrá observar, sus prioridades fueron Europa y
América del Norte al renovarlos en un 60 y 57 opr ciento, respectivamente. Asia,
por su relativo peso numérico, cuenta menos. De tal suerte, la renovación y
relevo generacional del colegio cardenalicio Benedicto XVI lo concentró en
Europa, desestimando en particular América Latina, que como veremos su
representación cardenalicia envejeció en relación con el cónclave 2005.
Gráfica 5: Correlación de poder entre cardenales votantes
Para llegar a papa se requieren dos tercios de los votos. Con
algunas bajas de cardenales que no asistirán al cónclave, se requerirán cerca de
76 sufragios. Mucho se ha especulado sobre el peso de la curia italiana en la
vieja guardiawojtyliana, es decir, cardenales creados por Juan Pablo II con un sello de conservadurismo más político y clerical frente a la generación de Benedicto XVI, menos triunfalistas, moderados en lo político pero igualmente conservadores en lo teológico.
Esta gráfica nos muestra la preponderancia de los cardenales creados por
Benedicto XVI, que son 65, relativamente más jóvenes con mayor empuje y energía.
Mientras los cardenales de Juan Pablo II, que suman 51, tienen a su favor mayor
experiencia y mañas, así como haber participado en el cónclave anterior. Otro
elemento importante a tomar en cuenta es el peso actual de los
príncipes de la Iglesiade la generación Wojtyla; 10 cardenales ya están en retiro, como Juan Sandoval Íñiguez, con menos peso; en cambio, 107 designados por Benedicto XVI están en plenas funciones. Sin embargo, la tajante división entre los cardenales por pontificado es riesgosa, porque la división categórica no existe en la realidad. Todos los cardenales de Benedicto XVI fueron ordenados obispos por Juan Pablo II.
Gráfica 6: Gerontocracia, característica actual
La lámina nos indica que la elección del futuro pontífice será
determinada por personas de la tercera edad, cuyo promedio fluctúa en poco más
de 71 años. El pontificado es una gerontocracia dotada de un poder absoluto,
autoritaria, vertical, con escasa descentralización y nula participación
popular. La renuncia por edad avanzada y debilitamiento de Benedicto XVI ha
puesto sobre la agenda la elección de un papa joven al estilo de Karol Wojtyla.
Sin embargo, existen muy pocos prelados debajo de los 60 años y de los 65 años.
La grafica nos indica que el promedio de edad en casi todos los continentes
rebasa los 71 años. América Latina es la que presenta la delegación de
cardenales más envejecida, en promedio con más de 72 años. Es decir, en menos de
tres años muchos de los cardenales entrarán en jubilación.
¿Hasta cuando la gerontocracia masculina papal?, se pregunta en un artículo muy difundido la teóloga brasileña Ivone Guebara. Por lo menos, en términos de probabilidades, seguirá prevaleciendo la gerontocracia, gravitando en detrimento por lejanía y desafección de las nuevas generaciones sí como la apertura a nuevas temática de la cultura contemporánea.
Formación académica e ideológica de los cardenales
Para nada ocioso resulta constatar que la mayoría de los estudios y
formación de los cardenales se ha forjado en las universidades romanas,
especialmente la gregoriana. Así, resulta claro corroborar que la nomenclatura
se reproduce con base no sólo al idioma y formación más homogénea, sino al
conocimiento de códigos comunes y conductas aceptadas en el corazón de la
catolicidad que se encuentra en Roma. Las barras no pueden ser más
elocuentes.
Gráfica 7
Uno de los hallazgos más interesantes es analizar las
especialidades y doctorados que han realizado los cardenales que serán electores
en el próximo cónclave. Ante los escándalos de corrupción, sea sexual, política
y financiera, uno supondría que el próximo pontífice debería estar dotado no
sólo de mano firme, sino de espiritualidad profunda, moral acendrada y de una
generosa pastoralidad irradiante. Pues no, la formación mayoritaria es a la
normatividad hacia dentro. Las barras nos ilustran mejor que las palabras.
Gráfica 8
El derecho canónico es una rama del derecho romano, cuya finalidad
es desarrollar la regulación jurídica de la Iglesia católica. A partir del siglo
XX, el código de derecho canónico se constituyó en un elemento básico de la
organización de la Iglesia católica. Esta rama eclesiástica tiene fama de ser
rígida, estricta, clerical, normativa e inflexible. Propia de burócratas que
exaltan la gestión intramuros. Si se piensa que la Iglesia requiere un pastor,
pues en el colegio cardenalicio abundan los abogados canonistas.
Siete consideraciones finales
1. Existe una sobrerrepresentación europea y norteamericana que
vulnera la representatividad especialmente de las zonas periféricas de
Latinoamérica, África y Asia. Destaca el predominio italiano con 28 cardenales,
es decir, 24 por ciento de los electores serán italianos.
2. América Latina, pese a tener notoria mayoría católica en su población, es
un continente subrepresentado en el colegio cardenalicio. No sólo
cuantitativamente, sino la mayoría de sus representantes son muy conservadores u
opacos, con una formación y carisma pobres.
3. El predominio del clero secular es claro, con 95 cardenales (82 por
ciento), frente al religioso, con 22 cardenales (18 por ciento). Se distingue un
ultraconservador del Opus Dei, el cardenal de Lima Juan Luis Cipriani; cuatro
salecianos, tres franciscanos, jesuitas y dominicos con dos representaciones
cardenalicias. Destaca la ausencia de algún cardenal de los legionarios de
cristo.
4. Será un cónclave en el que predominen los viejos. El promedio de edad:
poco más de 71 años; sin embargo, es menor al promedio de los sacerdotes
europeos, que es de 74. Ello indica una Iglesia envejecida. Los cardenales de
Juan Pablo II están entre 72 y 80 años. Los cardenales de Benedicto XVI entre 64
y 74 años, en promedio. Dieciséis cardenales, 10 por ciento de los asistentes al
cónclave, son presidentes de la conferencia episcopal de su país, casi todos de
la generación Benedicto XVI.
5. La mayoría de los cardenales, 68 por ciento, realizaron sus estudios de
especialización en Roma. Principalmente en la gregoriana y en la lateranense.
Conocen la cultura política, las reglas escritas y las no escritas de la santa
sede y de la curia. Y resalta que una de las principales especialidades es el
derecho canónico, probablemente la disciplina más burocrático-clerical que
existe. Sólo tres papables han realizado estudios en universidades seculares de
prestigio como la Sorbona, en París: Cristoph Schoenbom, arzobispo de Viena;
Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, y Angelo Amato, prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos.
6. La mayoría de los cardenales italianos fueron nombrados por Benedicto XVI.
También hay una preponderancia de canonistas.
7. Por la composición y principales tendencias en el colegio cardenalicio, el
próximo papa, por probabilidad, podría ser europeo/italiano, del clero secular,
canonista, con una edad aproximada de 71 años y conservador. Ante tal horizonte,
no hay grandes augurios para elegir un pontífice que haga frente a la mayor
crisis que la Iglesia enfrenta en los últimos tiempos. Que sea un hombre de fe y
no un burócrata; un hombre de espiritualidad y no un político; un pastor hombre
abierto a los desafíos culturales y no un actor cerrado y autovictimizado por la
secularización; un pontífice humilde y no un soberbio. Un papa de la periferia y
no un eurocéntrico. Aun así, los católicos esperamos un milagro, un soplo del
espíritu santo, huracanado categoría cinco.
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