miércoles, 13 de marzo de 2013

Reforma en comunicaciones


 
Reforma en comunicaciones

Tito Chaín

 

Cuando presidentes de partidos políticos (“Pacto por México”) líderes del congreso y presidente de la República presentaron (11/mar!2013) en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad, la Reforma en materia de comunicaciones, seguramente ninguno de ellos sabía (y seguirán sin saber) que la principal causa de tal reunión provino de la ciencia de las matemáticas (a la que, para nada, nadie se acerca). Maxweel en 1887 demostró a través de la deducción matemática, sin hacer ningún experimento, la existencia de las ondas electromagnéticas, que hoy están en económica y política disputa.

A los medios de comunicación, tampoco les interesa la Física, la Matemática, o al menos la discusión argumentativa. Sobre la reformas por venir (ya de hecho está aprobada por las cúpulas, ya que este país no se conoce la Gobernanza) los medios no publican la reforma completa, ni por episodios,  sólo medio informan un breve y apretado resumen de su contenido señalando pocos puntos, entre ellos, que implica la apertura de dos nuevas cadenas de televisión, en las que no podrá participar ni Televisa ni TV Azteca. Que la inversión extranjera se elevará de 49 a 100%. Que se creará el Instituto Federal de Telecomunicaciones, asumiendo las facultades de la comisiones de telecomunicaciones y  federal de competencia, las cuales desaparecerán, ahora si, de manera oficial.

A esta nota le corresponde señalar que los medios de expresión surgieron siempre como elementos ligados a partidos u otros intereses organizados. Nadie pone en discusión que los medios de comunicación no son neutrales ni pueden serlo por más que informen algo sobre lo que dicen los principales protagonistas de la lucha económica y política. Hay que recordar que la libertad de expresión es una de las grandes conquistas políticas de la humanidad. Sin ella no sería posible el ejercicio de otros derechos, como el de asociación y el del sufragio. Sin embargo, la libre expresión tiene limitaciones que podrían considerarse estructurales. A diferencia de la asociación libre y el voto universal, que fueron conquistas políticas que podríamos llamar materiales, la expresión siempre ha tenido limitaciones que tienen que ver con los medios, es decir, para alcanzar su objeto se requiere algo más que la voz o la escritura: es indispensable la difusión de las ideas.

En lo que llaman libertad de expresión cada quien puede decir lo que quiera pero no por ello lo puede divulgar. Entre el comercio de la difusión y la expresión de las ideas existe una contradicción que sólo podría resolverse de alguna manera y hasta cierto punto bajo un sistema de comunicación social totalmente nuevo. Se trata, en efecto, de acabar con el monopolismo en la televisión, de lograr una mayor apertura de la radiodifusión, de tener medios públicos no comprometidos con particulares intereses de grupo y partidos, de contar con una legislación efectiva que regule bien el derecho de réplica, de expedir leyes operables en materia de propaganda gubernamental y de crear las condiciones para una nueva ética de los gobernantes y de los medios mismos.

Si así fuera no tendríamos que esperar a que el Internet resolviera poco a poco el problema del monopolismo de los grandes medios, lo cual finalmente ocurrirá, pues el invento del Internet es semejante al de la imprenta y se va a imponer en el mundo entero, pero –como ocurrió con la imprenta y la existencia entonces de una mayoría iletrada—el Internet no va tan rápido como quisiéramos. Esperemos que esta publicitada Reforma no venga con el gato encerrado de obstaculizar el uso popular del Internet.

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