American Curios
Urgencias
David Brooks
En imagen de archivo, David Petraeus, uno de los artífices
de las recientes guerras de Estados Unidos, quien tuvo que renunciar como jefe
de la CIA tras el escándalo por una relación extramarital, ahora asesorará a los
estrategas internacionales de la firma de inversiones Kuhlberg Kravis Roberts en
Wall StreetFoto Reuters
Una de las sensaciones más raras aquí es la ausencia de lo
urgente.
Este país está en medio de las guerras más largas de su historia, en las
cuales cada día muere más gente, pero esa es sólo una de tantas noticias
urgentísimas que forman parte de un torrente de información, desde los detalles
como la creciente desigualdad, hasta las pruebas de que se acerca una crisis
ambiental que puede llevar al fin de la vida humana en el planeta. Las noticias
no dejan descansar –o sea, no es por falta de información–, pero tampoco parecen
despertar respuesta. Todo se presenta con mayor prisa cada vez, pero nada
urge.
En estos últimos años sucedió lo que todos saben fue el mayor fraude en la
historia del país, cuando los bancos y las empresas financieras provocaron la
peor crisis desde la gran depresión. Todos saben que hoy día esos mismos
financieros y sus cuates están gozando de un auge mientras la gran mayoría de
estadunidenses sigue pagando las cuentas y consecuencias del desastre. El típico
hogar ha recuperado menos de la mitad de toda la riqueza que perdió durante la
crisis, según un informe del banco central, la Reserva Federal. La riqueza de
los hogares se desplomó 16 billones entre el tercer trimestre de 2007 y el
primero de 2009. Aunque en total se ha recuperado 91 por ciento de estas
pérdidas, dos tercios de esta recuperación es resultado de incrementos en
precios de acciones bursátiles y 80 por ciento de las acciones bursátiles están
en manos de ese 10 por ciento, o sea, la recuperación se ha sentido entre los
más ricos. Por ello, el hogar promedio sólo ha recuperado 45 por ciento de su
riqueza. En tanto, las ganancias de empresas marcan récords, igual que las
acciones. Pero esta disparidad y desigualdad no urge.
Hoy, más niños, madres, hermanos, padres, abuelos, tías, estudiantes,
soñadores, maestros y artistas morirán por la violencia desatada, por las
políticas bélicas de Estados Unidos. Unos 4 mil han muerto en misiones de
asesinato con aviones a control remoto. En Irak, donde se proclamó el fin de la
guerra, mayo fue el mes más sangriento desde las matanzas sectarias entre 2006 y
2007, con más de mil muertos, reportó la ONU. Pero no urge.
Desde la matanza en la escuela primaria en Connecticut que sacudió al país en
diciembre, más estadunidenses han muerto por violencia de arma de fuego en este
país (4 mil 499) que el total de miliares estadunidenses en los nueve años de
guerra en Irak (4 mil 409), reportó la revista Slate. Aún no hay un
mayor control de armas en Estados Unidos. Tampoco parece ser tan urgente.
Y, para aquellos que aún no creen que haya una relación entre las cúpulas
políticas y financieras, se anunció que el general retirado David Petreaus, uno
de los ingenieros de las guerras que después tuvo que renunciar su cargo como
jefe de la CIA por la revelación de una relación extramarital, ahora asesorará a
los estrategas internacionales de la firma de inversiones Kuhlberg Kravis
Roberts en Wall Street. No estalla un escándalo. Todos reciben la información
dócilmente.
Hoy las políticas de educación anularán la imaginación y el desarrollo
intelectual y emocional de millones de jóvenes, y atentarán contra la dignidad y
el orgullo de los maestros. Pero no urge.
En un maravillosa nueva exposición sobre los océanos en el museo de Historia
Natural en Nueva York, se documenta cómo los seres humanos envenenan y matan los
orígenes de la vida. Mucha gente sabrá más. Muchos niños preguntarán por qué,
pero no hay urgencia.
Hoy, periodistas narrarán todas estas cosas, una vez más. Ofrecerán más
evidencia de qué tan urgente son todas estas situaciones, pero ni para ellos hay
gran urgencia.
¿Qué sucede en un país sobreinformado de cosas tan graves que directamente, y
ahorita, afectan de manera dramática a tantos, pero donde esa información no se
traduce en acción urgente?
Noam Chomsky, en una entrevista reciente publicada en Truthout.org,
comenta que “uno de los grandes éxitos de las instituciones que rigen a
Estados Unidos es que han logrado disgregar a la gente. Están atomizados… hay
poca memoria. Cada vez que un grupo de estudiantes se involucra en una protesta,
todo empieza de nuevo. No hay memoria de cómo se hacía antes”. Indica que se
destruye la memoria a propósito. “Uno no quiere sindicatos porque tienen este
tipo de memoria, son fuerzas democratizadoras, juntan a la gente. Entonces (los
gobernantes) los destruyen, tratan de desmantelar todo eso, para que todo
empiece de nada… Es uno de los grandes éxitos de los poderosos, de los
empresarios, desmantelar la organización, separar a la gente, parte del
consumismo… los convences de que consumir es el mayor objetivo en la vida, y los
atrapas endeudados. No tienes que preocuparte de una democracia funcional porque
la gente está atrapada y sola. Tal vez 70 por ciento de la población opinaba que
la guerra era fundamentalmente equivocada e inmoral, pero no tenían ni idea de
qué hacer al respecto. Vámonos mejor al próximo programa de televisión; es un
poco infantil: no puedo hacer nada; todo esta más allá (de mi alcance); sólo soy
una víctima. Esto es un triunfo bastante notable de las fuerzas antidemocráticas
que en verdad controlan las cosas”.
Tal vez recuperar la memoria es la clave para que lo urgente recupere su
urgencia.
Los estados generales de amnesia no pueden sostener la promesa de la libertad individual o la práctica del autogobierno, escribe Lewis Lapham, editor de la maravillosa revista de historia Lapham’s Quarterly. Sin conciencia histórica, argumenta, los estafadores, los políticos totalitarios, los manipuladores religiosos, los guerreros, pueden continuar con lo suyo y así lograr que lo urgente pueda esperar.
Lo que preocupa es que llegará un día en que será demasiado tarde para hablar
de lo urgente.
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