الخلافة العباسية
al-khilāfah al-‘abbāsīyyah
Mapa de la extensión del califato abasí
El califa Harún al-Rashid recibe a una delegación de
Carlomagno. Pintura de Julius Köckert.
El
califato abasí (llamado también califato abásida) fue la segunda dinastía de
califas suníes (750-1258) que sucedieron a la de los omeyas. También se conoce
como califato de Bagdad, ya que el califato abasí fue fundado en Kufa en 750 y
cambió su capital en 762 a Bagdad. Posteriormente, entre 1261 y 1517 se
estableció en el Egipto mameluco el califato abasí de El Cairo.
Los
abasíes basan su pretensión al califato en su descendencia de Abbas ibn Abd
al-Muttalib (566-652), uno de los tíos más jóvenes del profeta Mahoma. Muhammad
ibn 'Ali, bisnieto de Abbás, comenzó su campaña por el ascenso al poder de su
familia en Persia, durante el reinado del califa omeya Umar II. Durante el
califato de Marwan II, esta oposición llegó a su punto culminante con la
rebelión del imán Ibrahim, descendiente en cuarta generación de Abbás, en la
ciudad de Kufa (actual Irak), y en la provincia de Jorasán (en Persia, actual
Irán). La revuelta alcanzó algunos éxitos considerables, pero finalmente
Ibrahim fue capturado y murió (quizás asesinado) en prisión en 747. Continuó la
lucha su hermano Abdalah, conocido como Abu al-'Abbas as-Saffah quien, después
de una victoria decisiva en el río Gran Zab (un afluente del río Tigris que
discurre por Turquía e Irak) en 750, aplastó a los omeyas y fue proclamado
califa. El sucesor de Abu al-'Abbás, al-Mansur, funda en 762 la ciudad de
Madinat as-Salam (Bagdad), a la que traslada la capitalidad desde Damasco. La
época de máximo esplendor correspondió al reinado de Harún al-Rashid (786-809),
a partir del cual comenzó una decadencia política que se acentuaría con sus
sucesores. El último califa, al-Mu‘tasim, fue asesinado en 1258 por los
mongoles, que habían conquistado Bagdad. Sin embargo un miembro de la dinastía
pudo huir a Egipto y mantuvo el poder bajo el control de los mamelucos. Esta última
rama de la dinastía se mantuvo hasta 1517 cuando los turcos otomanos
conquistaron Siria y Egipto.
Hasta
mediados del siglo VIII los abasíes habían dado poco de que hablar. Eran
descendientes de Abbás, un tío del profeta Mahoma que no se había distinguido
especialmente en los tiempos heroicos. Sus descendientes habían apoyado al
califa Alí, y aunque no parece que mantuvieran relaciones cordiales con los
omeyas, se habían establecido en Humayma, una pequeña aldea de Palestina. Más
allá de las sutilezas genealógicas, el factor fundamental fue que supieron
sacar provecho de los principales grupos opuestos a los omeyas, que basaban su
ideario en colocar en el califato a un miembro de la familia del profeta. A tal
fin, los abasíes empezaron a tejer una conspiración en Kufa. Para no cometer
los errores de revueltas anteriores se fueron a la región fronteriza de
Jurasán, donde habían emigrado muchos árabes, enviando a Abú Muslim. Éste fue
un personaje misterioso que proclamó que los omeyas habían traído la opresión,
por lo que se necesitaba a un miembro de la familia del profeta para dirigir a
la comunidad musulmana y vengar las atrocidades cometidas por los omeyas, sin
revelar que el instigador de la revuelta era Ibrahim ben Muhámmad ben Alí, el
cual esperaba en Humayna la evolución de los acontecimientos. Mucha gente se
unió al ejército de Abú Muslim. El resto es historia militar: el año 748,
aprovechando la caótica situación que se vivía en el imperio de Marwan II, Abú
Muslim conquista Merv, un año más tarde Kufa y poco después vence en la batalla
del Zab. Entre tanto capturan a Ibrahim ben Muhámmad ben Alí y le matan, y
cuando los rebeldes entran en Kufa, su sucesor, al-Saffah (750-754), también
conocido como Abu al-'Abbas Abdullah ibn Muhammad as-Saffah o Abul `Abbas
al-Saffaḥ, fue proclamado califa. Por fin el secreto de quién era ese sucesor
había sido desvelado, y hay constancia de que a algunos les causó una gran
decepción. Para contrarrestar esta pérdida de apoyos, al Saffah hizo todo lo
posible por atraerse a los jefes militares que habían formado la espina dorsal
del antiguo ejército omeya. Además, las circunstancias en las que se había
producido la ascensión requerían contar con más apoyo, lo que quedó muy claro
cuando a la muerte de al-Saffah, después de solo cuatro años de mandato, se
planteó la cuestión sucesoria, que enfrentó a un hermano del fallecido, Abú
Ya‘far, conocido como al-Mansur, con su tío Abdalah. La crisis se decidió por
las armas y si Al-Mansur pudo proclamarse finalmente califa (754-775) fue
gracias al decidido apoyo que le otorgaron Abu Muslim y sus jurasaníes. Pero
aun así el nuevo califa no pudo permitirse el ser agradecido y ejecutó a Abu
Muslim valiéndose de engaños. Luego, ante el temor de nuevas revueltas entre
sus familiares mandó encarcelar a varios de sus tíos y matar a familiares y
allegados. Durante su reinado mejoró la economía del país, alcanzó gran
prosperidad, implantó el árabe como lengua oficial y las letras y las ciencias
florecieron bajo su reinado. Fue el fundador de Bagdad, Madinat al-Salam. Murió
cerca de la Meca durante la peregrinación
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