Sigmund
Freud (2)
Sigmund
Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia (en la actualidad, Příbor
en la República Checa )
en el seno de una familia judía. Aunque el nombre que figura en su certificado
de nacimiento es Sigismund,4 su padre añadió un segundo nombre, de origen
hebreo, Schlomo o Shelomoh (versiones de Salomón) en una inscripción manuscrita
en la biblia de familia. Un documento de 1871 se refiere a Freud como Sigmund
aunque él mismo no comienza a firmar Sigmund hasta 1875 y nunca usó el segundo
nombre.5 Fue el mayor de seis hermanos (cinco mujeres y un varón). Tenía además
dos hermanastros de un matrimonio anterior de su padre. En 1860, cuando contaba
con tres años de edad, su familia se trasladó a Viena, esperando el padre
recobrar la prosperidad perdida de su negocio de lanas.
A
pesar de que su familia atravesó grandes dificultades económicas, sus padres se
esforzaron para que obtuviera una buena educación y en 1873, cuando contaba con
17 años, Freud ingresó en la
Universidad de Viena como estudiante de medicina en un
ambiente de antisemitismo creciente. En 1877, abrevió su nombre de Sigismund
Freud a Sigmund Freud. Estudiante poco convencional pero brillante, fue
asistente del profesor E. Brücke en el Instituto de Fisiología de Viena entre
1876 y 1882.6 En 1880 conoció al que sería su colaborador Joseph Breuer.
Según
se desprende de numerosas cartas entre Freud y su amigo Eduard Silberstein,
escritas entre 1871 y 1881,7 ambos aprendieron el español de manera
autodidacta. Incluso formaron una especie de sociedad secreta a la que nombran
“Academia Castellana” (AC)”7 y usaron como pseudónimos los nombres de los dos
perros protagonistas de El coloquio de los perros del "gran
Cervantes"; solían firmar Freud como Cipion y Silberstein como Berganza.
Publicadas en 1965, las cartas han sido traducidas al inglés, italiano, español
y francés.8 Las originales se encuentran en el Library of Congress.7
En
1881 se graduó como médico.9 Freud trabajó bajo la dirección de Theodor Meynert
en el Hospital General de Viena entre los años 1883 y 1885. Como investigador
médico, Freud fue un pionero al proponer el uso terapéutico de la cocaína como
estimulante y analgésico. Entre 1884 y 1887 escribió muchos artículos sobre las
propiedades de dicha droga. En base a las experimentaciones que él mismo realizaba
en el laboratorio de neuroanatomía del notable patólogo austríaco y
especialista en histología Salomon Stricker, logró demostrar las propiedades de
la cocaína como anestésico local.
En
1884 Freud publicó su trabajo Über Coca (Sobre la coca), al que sucedieron
varios artículos más sobre el tema. Aplicando los resultados de Freud, pero sin
citarlo, Carl Koller utilizó con gran éxito la cocaína en cirugía e
intervenciones oftalmológicas publicando al respecto y obteniendo por ello un
gran reconocimiento científico.10 Se ha podido determinar - tras la publicación
de las cartas a su entonces prometida y luego esposa, Martha Bernays11 - que
Freud hizo un intento frustrado de curar con cocaína a su amigo Ernst von
Fleischl-Marxow, quien era adicto a la morfina, pero el tratamiento sólo agregó
una nueva adicción y finalmente falleció. Se le critica a Freud no haber
admitido públicamente este fracaso, así como el hecho de que su biógrafo y
amigo Ernest Jones tampoco lo haya reportado. Es también conocido que el propio
Freud consumió cocaína por algún período de su vida, según se puede leer en la
versión completa de su correspondencia con Wilhelm Fliess.12
En
1886, Freud se casó con Martha Bernays y abrió una clínica privada especializada
en desórdenes nerviosos. Comenzó su práctica para tratar la histeria y la
neurosis utilizando la hipnosis y el método catártico que su colaborador Josef
Breuer había aplicado con Bertha Pappenheim (Anna O.) obteniendo resultados que
en aquel momento parecían sorprendentes,13 para posteriormente abandonar ambas
técnicas en favor de la asociación libre, desarrollada por él entre los años
1895 y 1900, impulsado por las experiencias con sus pacientes histéricas. Freud
notó que podía aliviar sus síntomas animándolas a que verbalizaran sin censura
cualquier ocurrencia que pasara por su mente.
En
189914 se publicó la que es considerada como su obra más importante e
influyente, La
Interpretación de los Sueños, inaugurando una nueva
disciplina y modo de entender al hombre, el psicoanálisis. Tras algunos años de
aislamiento personal y profesional debido a la incomprensión e indignación que
en general sus teorías e ideas provocaron, comenzó a formarse un grupo de
adeptos en torno a él, el germen del futuro movimiento psicoanalítico. Sus
ideas empezaron a interesar cada vez más al gran público y se fueron divulgando
pese a la gran resistencia que suscitaban.
El
primer reconocimiento oficial como creador del psicoanálisis fue en 1902 al
recibir el nombramiento imperial como Profesor extraordinario, hecho que Freud
comentaría en una carta a Wilhelm Fliess fechada en Viena el 11 de marzo de
1902, señalando sarcásticamente que esto era «...como si de pronto el papel de
la sexualidad fuera reconocido oficialmente por su Majestad...»15
Internacionalmente,
sin embargo, el primer reconocimiento oficial de su trabajo ocurrió en 1909,
cuando la Universidad
de Clark, en Worcester, Massachusetts, le concedió el título honorífico doctor
honoris causa.16 G. Stanley Hall invitó a Freud a dar una serie de conferencias
como parte de las celebraciones con motivo del vigésimo aniversario de la
fundación de la universidad que presidía, con la intención de divulgar el
psicoanálisis en los Estados Unidos.
Freud
experimentó la primera disensión interna a su doctrina en octubre de 1911
cuando Alfred Adler y seis de sus partidarios se dieron de baja de la Asociación Psicoanalítica
Vienesa.17 Por esta época ya estaba en gestación la que en 1914, y con más
graves consecuencias, protagonizaría Carl Gustav Jung, que amenazaría con
desestabilizar todo el edificio psicoanalítico.
En
1923 le fue diagnosticado un cáncer de paladar, probablemente a consecuencia de
su intensa adicción a los puros, por el cual fue operado hasta 33 veces. Su
enfermedad, aparte de provocarle un gran sufrimiento, una gran incapacidad y
una eventual sordera del oído derecho, lo obligó a usar una serie de incómodas
prótesis de paladar que le dificultaron grandemente la capacidad del habla.18
Nunca dejó de fumar, con las consecuencias que esto le acarreó. A pesar de su
enfermedad, Freud continuó trabajando como psicoanalista y, hasta el fin de su
vida, no cesó de escribir y publicar un gran número de artículos, ensayos y
libros.
Toda
la vida de Freud, con la excepción de sus tres primeros años, transcurrió en la
ciudad de Viena. Sin embargo, en 1938, tras la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi, Freud, en
su condición de judío y fundador de la escuela psicoanalítica, fue considerado
enemigo del Tercer Reich. Sus libros fueron quemados públicamente y tanto él
como su familia sufrieron un intenso acoso. Reacio a abandonar Viena, se vio
obligado a escapar del país al quedar claro que el peligro que corría su vida
era inminente. En un allanamiento de la casa donde operaba la editorial
psicoanalítica y de su vivienda, su hijo Martín fue detenido durante todo un
día. Una semana más tarde, su hija Anna fue interrogada en el cuartel general
de la Gestapo. Estos
hechos lo llevaron a convencerse de la necesidad de partir.19 El hecho que sus
hermanas (cuatro de ellas permanecieron en Viena) fueran apresadas más tarde y
murieran en campos de concentración confirma a posteriori que el riesgo vital
era completamente real. Gracias a la intervención in extremis de Marie
Bonaparte y Ernest Jones consiguió salir del país y refugiarse en Londres,
Inglaterra. En el momento de partir se le exigió que firmara una declaración
donde se aseguraba que había sido tratado con respeto por el régimen nazi.20 Freud
consintió en firmarla pero añadió el siguiente comentario sarcástico:
«Recomiendo calurosamente la
Gestapo a cualquiera».21
En
1939, muy deteriorado físicamente e incapaz de soportar el dolor que le
producía la propagación del cáncer de paladar, pidió a su médico personal, Max
Shur, que acabara con su sufrimiento.22 Freud murió después de serle
suministradas tres inyecciones23 de morfina.24
A
pesar de los implacables y a menudo apremiantes desafíos a los que virtualmente
todas sus ideas tuvieron que enfrentarse, tanto en vida como una vez
desaparecido, Freud se convirtió y sigue siendo una de las figuras más
influyentes del pensamiento contemporáneo.
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