La verdad sospechosa
Juan Ruiz de Alarcón
Acto primero
Salen por una puerta don GARCÍA y un LETRADO viejo, de estudiantes, de camino; y, por otra, don BELTRÁN y TRISTÁN
BELTRÁN: Con bien vengas, hijo mío.
GARCÍA: Dame la mano, señor.
BELTRÁN: ¿Cómo vives?
GARCÍA: El calor
del ardiente y seco estío
me ha afligido de tal suerte
que no pudiera llevarlo,
señor, a no mitigarlo
con la esperanza de verte.
BELTRÁN: Entra, pues, a descansar.
Dios te guarde. ¡Qué hombre vienes!
¡Tristán!
TRISTÁN: ¿Señor?
BELTRÁN: Dueño tienes
nuevo ya de quien cuidar.
Sirve desde hoy a García;
que tú eres diestro en la corte
y él bisoño.
TRISTÁN: En lo que importa,
yo le serviré de guía.
BELTRÁN: No es crïado el que te doy;
mas consejero y amigo.
GARCÍA: Tendrá ese lugar conmigo.
TRISTÁN: Vuestro humilde esclavo soy.
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