viernes, 5 de abril de 2013

Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía

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Cap. XXIX    Del Saladino e de micer Corrello de Pavía 

A vía ya Filomena fecho fin a sus palabras, seyendo de todos loado el
manífico conocimiento de Tito, cuando el rey, guardando el previllegio
de1 Dioneo, començó así:
–Amorosas dueñas, sin dubda alguna en lo que tocó Filomena de la virtud de la
amistad ha dicho verdad e con razón se dolió en la fin de sus palabras que en el tiempo
nuestro es así poco conocido. E si nós fuésemos juntados a fin de corregir los
defectos e reprehender los vicios, con disfuso e largo sermón la seguiría esforçando
su opiñón; pero porque nuestro fin es otro, a mí ha venido al coraçón una estoria
asaz luega2 empero plazible: una de las magnificiencias del Saladito. Porque por
aquello que en esta novella oiredes, si así llanamente amistad non se puede llamar,
a lo menos ayamos plazer e delectación en servir a los grandes e honrar a los buenos,
esperando que, cuandoquier que sea, algún gualardón se seguirá d’ello.
CAPÍTULO XXIX
Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
A
A
sí como algunos afirman, en el tiempo del emperador Fadrique, que el
primero se fizo entre los cristianos una grande armada por conquistar
la Tierra Santa3. La cual cosa sabida por el Saladino, soldán de Bavilonia,
que fue un valiente e notable señor, por avisarse de tan grande fecho {f 50v}
propuso en su voluntad de personalmente pasar la mar e ver e avisar el aparejo que
los cristianos fazían, porque segúnd lo que aquí viese se pudiese mejor apercebir
para lo resestir. E ordenando primeramente en Egibto todos sus fechos, fizo semblante
e muestra de ir en peregrinaje e tomó consigo dos cavalleros, los más sabios
qu’él avía e de quien más se fiava, e tres servidores; en forma de mercador se metió
al camino. E después que ovo pasado muchas provincias de cristianos, cavalgó por
Lombardía por pasar los montes e acaeció que, yendo él de Milán a Pavía, seyendo
ya tarde, se encontró con un gentilombre, que avía nombre micer Corrello de Pavía;
el cual, con sus servidores e falcones e canes, se iva a un su lugar que tenía sobre la
ribera del Tesino.
E como este cavallero vido al soldán e a sus cavalleros, parecióles que fuesen
gentiles ombres e luego pensó de les fazer alguna honor; e oyendo qu’el Saladino
1 Corrijo ESC suprimiendo Tito, repetición equívoca ya corregida por el copista.
2 Luega: error de copia por *luenga, debido a la omisión del signo de abreviación.
3 El anacoluto se debe a la omisión de DEC dico adunque, verbum dicendi que rige la secuencia que el

primero se fizo […].
Cuadernos de Filología Italiana ISSN: 1133-9527
2009, Volumen Extraordinario

Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
preguntava a uno de los familiares de micer Corrello cuánto podía aver de allí a
Pavía e si con ora podían allí llegar, micer Corrello, non dexando responder al su
servidor, díxole:
–Señor mío, vós non podedes llegar con ora esta noche a Pavía para poder entrar
en ella.
–Pues –dixo el Saladino– plega vos, por cuanto nós somos estrangeros, de nos
mostrar donde podamos estar esta noche.
–Esto faré muy de grado –dixo micer Corrello.
–Yo –dixo– avía de embiar a Pavía uno d’estos mis familiares por alguna cosa
que me cumple; él irá con vosotros e vos mostrará dónde podedes estar.
E esto dicho llamó a parte el más discreto servir4 que tenía e mandóle la manera
que toviese con ellos. E él por otro camino fuese a aquel logar suyo lo más aína
que pudo, e desque llegó fizo aparejar de cenar e mandó poner la mesa en un vergel
que allí tenía; e desque todo fue presto, vénose a lo esperar a la puerta del logar. E
el servidor que él avía embiado con el soldán, desviólos del camino, e fablando de
muchas cosas con ellos alongó el viaje {f 51r} [mano 2]5 e al fin tróxolo al logar
donde su señor los esperava.
E allí fallaron a micer Corrello, el cual luego con grant plazer los recebió e, riendo,
les dixo:
–Señores, vos seades muy bienvenidos.
E Saladino, que era ombre muy sabio, conociendo cuál era el cavallero que antes
avía visto, entendiendo que por temor ellos non acebtarían su combite, les traxo así
engañosamente por los onrar. Dixo él:
–Señor, si descortesía de alguno se deviese ombre de quexar, de vós nos podríamos
muy bien querellar, ca dexemos el rodeo del camino que nos avedes fecho fazer,
mas lo que más es, que sin nosotros vos aver merecido nin fecho otro plazer salvo
tan solamente las saludes cuando vos vimos, vos plaze de fazer cerca de nós tanta e
tan graciosa cortesía.
Micer Corrello le dixo:
–Señor, el servicio que vós de mí aquí recebides es muy pequeño e pobre al vuestro
respecto, segúnt aquello que yo de vós puedo comprender; mas a dezir verdat,
fuera de la cibdat de Pavía vós non podiérades aver posada que buena fuese, por
ende non vos sea grave de aver algún trabajo en el rodeo del camino por aver alguna
mejoría en la posada.
4 Servir: error de copia por *servidor, debido a la omisión del signo de abreviación.
5 Este folio carece de numeración y presenta una letra diferente. Bourland (1905: 33) ya afirmaba en su
artículo que los folios 51 y 58 no están numerados y la tinta de ambos está corrida, desteñida, raspada. Los
rasgos generales de la escritura de estos folios coinciden con la primera mano, pero el estudio paleográfico
y codicológico muestra diferencias significativas entre ambas letras, que indican su independencia. Apoyo,
por lo tanto, la hipótesis de una segunda mano [mano 2] estrechamente vinculada a la primera, con la que
comparte la escuela y el tipo de escritura; esta mano redacta el folio 51 y el folio 58, que también carece de
numeración. Debido a las singulares características de estos folios intercalados, se puede plantear la hipótesis
de una reescritura posterior a la redacción del resto del códice por parte de otra persona, que posiblemente
quiso restaurar los originales deteriorados.
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Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
E fablando así con ellos, vinieron los servidores de micer Corrello e tomaron los
cavallos del soldán e de los suyos e pensaron d’ellos; e él levólos a una cámara,
donde les fizo aquel plazer que pudo como a caminantes se convenía, e fablando con
ellos en razones alegres e graciosas los tovo fasta que fue ora de cenar.
El Saladino e los suyos sabían fablar lengua latina, por lo cual los de micer
Corrello los entendían bien, e parecíanles los más plazibles ombres que jamás viesen.
Pero micer Corrello, que era sabio e discreto cavallero, ovo d’ellos otro conocimiento
más alto, ca entendió que estos eran algunos grandes e maníficos ombres,
por lo cual a él plazía que en aquel combite él oviese algunos nobles ombres que les
fiziesen compañía e honor, e pensó de otro día lo emendar con {f 51v} alguna solepne
fiesta. E esto así pensó: llamó de sus servidores uno e mandóle que fuese a Pavía,
ca a él nin a los suyos non se cerrava la puerta de la cibdat, e informóle de todo lo
que dixiese a su muger, la cual era muy sabia dueña.
E desque una abeça6 ovieron así estado, levó al soldán e a sus cavalleros al vergel,
e así estando, lo más dulcemente que él pudo, les preguntó quién era e dónde
iva. El soldán le dixo:
–Nós somos mercadantes de Chipre e por algunos negocios nuestros ímos7 a
París.
Micer Corrello, que otra consideración avía d’ellos, dixo:
–¡Ploguiese a Dios que esta nuestra tierra criase así notables e gentiles ombres
como faze la isla de Chipre mercadantes!
E fablando en estas e en semblantes cosas, fueron a cenar e allí fueron asaz bien
servidos. E desque cenado ovieron, a poca de ora micer Corrello los levó a una
cámara donde estavan muy buenas camas, e dexándolos allí él se fue a dormir.
El servidor qu’el micer Corrello avía embiado a Pavía dixo a su muger todo
aquello que él avía mandado, la cual con real e manífico coraçón fizo luego llamar
los parientes e amigos de micer Corrello e muchos otros cibdadanos que fuesen
combidados aquel día, e con grant diligencia mandó aparejar todos los manjares e
las otras cosas que al solepne combite se convenía, e apostó e guarnesció la casa de
paños e de camas así como su marido gelo avía embiado mandar.
E venido el día, micer Corrello mandó ensillar e cavalgó con sus huéspedes, e
con los falcones e canes los levó a un río e allí una pieça del día boscaron la ribera;
el Saladino preguntó dó era en Pavía el mejor mesón en que podiesen posar:
–Yo vos levaré allá –dixo micer Corrello–, ca a mí conviene ir oy a Pavía.
E ellos, creyendo que así fuese, entraron en su camino; e seyendo ya como ora
de tercia e llegando a la cibdat, cuidando que ivan a algún mesón, entraron en la casa
de micer Corrello, donde eran ya juntados más de cincuenta cibdadanos que allí
avían venido por lo recebir, e llegaron {f 52r} [mano 1] todos a Saladino.
La cual cosa veyéndolo el soldán, que muy sabio e avisado era, entendió muy
bien lo que era, e dixo:
6 Abeça: error de copia por *pieça.
7 Ímos: variante de fuimos.

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Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
–Micer Corrello, non es esto lo que nós vos demandamos; bastava si a vós pluguiera
lo que esta noche pasada nos fezistes e oy nos deviérades dexar andar nuestro
camino.
E micer Corrello respondió:
–Señor, de aquella pequeña honor que ayer tarde vos fue fecha, yo regracio la
fortuna que vos troxo a tal necesidad, que vos fue menester vesitar mi casa; de lo
que8 oy se fará, yo e todos estos gentilesombres vos seremos obligados; si vos parece
cortesía negar la compaña d’ellos, vós lo podedes muy bien fazer.
El Saladino e sus compañeros descavalgaron, e de los gentilesombres que allí
eran fueron muy alegremente recebidos e leváronlos a una a cámara9, donde dexadas
las espadas e los otros hábitos de camino e algún tanto refrescados, vinieron a
una sala donde magnífica e solepnemente estava aparejado de comer; e tomada agua
a las manos e asentados a tabla, fueron servidos e abastados de muy preciosos manjares.
Tanto que comoquier qu’el Saladino fuese un notable e magnífico príncipe, e
así él como los suyos fuesen usados de ver grandes salas e fiestas, pero non se maravillaron
poco de la manera que allí vieron, antes considerando el estado de aquel
cavallero, parecióles que les era fecha una de las más solepnes fiestas del mundo.
Acabada la yantar e aviendo una pieça fablado en diversos razonamientos, e
seyendo el calor del tiempo grande, a micer Corrello pareció que era ora de dormir,
por lo cual todos los gentiles ombres que allí eran se fueron a sus casas; e quedó el
soldán con sus dos cavalleros en una cámara, e porque la fiesta fuese más complida,
non quiso micer Corrello que alguna cosa que buena fuese en su casa quedase
qu’el Saladino non viese e {f 52v} mandó allí venir a su muger. La cual era una
notable dueña, grande e muy fermosa de la persona, e venía muy bien vestida de
muy ricos paños e con ella dos fijuelos tan graciosos que parecían dos ángeles; e llegando
al Saladino saluólo plaziblemente. E el soldán se levantó a ella e la recibió
con grande reverencia, e llegó así los niños con muy alegre voluntad. E desque en
algunas plazibles e corteses razones fablaron, la dueña, veyendo que micer Corrello
era partido de allí e andava por su casa, preguntóles dónde eran; a la cual ellos respondieron
lo que a micer Corrello avían respondido.
Estonce la dueña dixo:
–Yo vos ruego señores míos e vos demando de especial gracia que non refusedes
nin menospreciedes un pequeño presente que vos quiero yo fazer, e consirando10
que las dueñas así como han flacos coraçones así fazen pequeños dones, vos
plega aver respecto e acatamiento más a la voluntad que a la cualidad del pequeño
don.
E esto dicho, ella fizo traer para cada uno dos ropas, una aferrada en veros e otra
de paño, e tres jubones de seda e camisas de muy delgado lienço, e díxoles:
–Señores, tomad estas ropas de las que yo tengo en guarda de mi señor, ca vosotros
estades lexos de vuestras tierras e de vuestras mugeres e por la longura del
8 Corrijo ESC suprimiendo yo, confusión ya enmendada por el copista.
9 A una a cámara: error de copia por *a una cámara.
10 Consirando: por considerando.

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camino avredes gastado aquellas ropas que ellas vos dieron, e los mercatantes son
ombres delicados e han menester de refrescarse de semejantes cosas.
El Saladino e aquellos gentiles ombres suyos conocieron claramente que micer
Corrello non quería que de la cortesía falleciese un punto en su casa, e veyendo las
ropas e la fechura d’ellas que non eran de guisa de mercadantes, teniéndose que
micer Corrello los avía conocido, el Saladino respondió a la dueña:
–Señora, aquestos son asaz grandes e graciosos dones, e a vos non se pudo nin
{f 53r} deve dezir de non.
E aquesto dicho, seyendo micer Corrello tornado, la dueña los encomendó a
Dios e partióse d’ellos, e dio a los otros servidores del soldán algunas ropas e otras
cosas segúnt que a ellos pertenecían. E micer Corrello con grandes ruegos ganó del
soldán que le ploguiese de folgar ý; e después que ovieron dormido, vestiéronse de
aquellas ropas que la dueña les dio e cavalgaron por la cibdad, e después tornaron a
casa a cenar donde muy bien e a su voluntad fueron servidos.
E como el día seguiente fue venido, micer Corrello, que vido que los rocines del
soldán e de sus cavalleros estavan trabajados del camino, fizo traer tres palafrenes e
sendos rocines para sus servidores; por lo cual, buelto el Saladino a sus cavalleros,
les dixo:
–Yo juro a Dios que más perfecto nin más complido ombre que éste non es en el
mundo; e si los reyes cristianos fuesen tales para príncipes como éste para cavallero,
el soldán non sería osado de esperar en campo uno d’ellos.
E veyendo que si quisiesen refusar el don del cavallero, que al fin porfiando gelo
farían recebir, regradeciéndogelo mucho cavalgaron en sus palafrenes.
E micer Corrello los acompañó con otros gentiles ombres de Pavía una grande
pieça, e comoquiera que el Saladino fuese pagado de la compañía de micer Corrello,
él le rogó que se tornase. El cual, comoquier que la partida le fuese enojosa,
dixo:
–A mí plaze de la fazer, pero una cosa vos diré: yo non sé quién vosotros seades,
nin lo demando, pero tanto quiero que sepades que vosotros non me avedes fecho
creer que seades mercadantes, e a Dios vos encomiendo.
E el Saladino le respondió:
–Señor, podría aún bien ser que nós vos mostrássemos de nuestras mercadorías,
por la cual cosa nós faremos firme vuestra creencia.
E tomando licencia de los otros gentilesombres que allí eran, les dixo:
–Andad con Dios.
Partióse pues el soldán con {f 52r} sus cavalleros proponiendo mucho en su
coraçón, si él bolviese, de fazer non menos honor a micer Corrello qu’él d’él avía
recebido e más. E después qu’él ovo andado todos los reinos de Poniente por se avisar
de la armada e de la manera de los príncipes cristianos, con grande trabajo entró
en la mar e tornóse a Alixandría como aquel que bien informado era de la armada
de los cristianos, el cual se aparejó para la defensa. Micer Corrello tornó a Pavía e
todavía pensando quién podrían ser estos tres cavalleros, pero non pudo venir al
conocimiento d’ellos.
E veniendo al tiempo del pasaje e aparejándose todos los que avían de pasar,
micer Corrello, non obstante los ruegos de su muger, la cual con lágrimas lo embar-
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gava, se dispuso al pasaje de la Tierra Santa. E aviendo ya presto todo lo que avía
de fazer, queriéndose ya partir, dixo a la su muy amada muger:
–Señora, como vós vedes, yo vó este viaje así por honor e fama como por salvación
de mi alma. Yo te recomiendo las nuestras cosas, conviene a saber, fijos e
fazienda e criadas, e porque só cierto del partir e dubdoso del tornar, quiero que tú
me fagas una gracia: que cualquier cosa que de mí avenga e tú non ayas nuevas ciertas
de mi vida, que tú me esperes un año e un mes e un día, e antes de este tiempo
non te cases, començando el tiempo desde este día que yo de ti me parto.
La dueña llorava muy fuertemente e dixo:
–Micer Corrello, yo non sé cómo comportaré el dolor que a mí queda por vuestra
partida, mas si yo biviere e otra cosa siniestra de vós acaeciere, bevid cierto e
morid seguro que beviré e morré muger de micer Corrello.
–Dueña –dixo él– yo só cierto que, a tu poder, tú lo farás así; pero tú eres moça
e fermosa e muy emparentada, por que yo non dubdo que de muchos e gentiles
ombres, si de mí algo acaece, tú serás demandada a tus hermanos, del afincamiento
de los cuales tú non podrás defenderte e convenirte ha complazerlos, e ésta es la
cabsa principal por la cual yo te demando este término.
E la dueña11 dixo:
–Señor, yo faré {f 56r} lo que pudiere segúnt vos he dicho; e cuando el contrario
me fuese forçado, yo guardaré vuestro mandamiento. ¡Plega a Dios que yo a tal
punto non llegue biva!
E acabada la fabla, la dueña abraçó a micer Corrello e tirándose un12 anillo del
dedo, diógelo, diziendo:
–Si acaeciere que yo muera antes que vós, acordadvos de mí veyendo este anillo.
E cabalgando partió su camino, e llegando a Génova con su compañía, entró en
una nao e fue su viaje; e en breve tiempo llegó al puerto de Arci e juntóse con la
hueste de los cristianos, en la cual luego començó una grandísima pestilencia. La
cual durando, cualquier que fue la arte o la fortuna del Saladino, pero poco menos
los cristianos que en aquella hueste ivan fueron presos d’él e de sus gentes a mano
salva e con poco trabajo, e por muchas e diversas cibdades fueron en prisiones, entre
los cuales fue preso micer Corrello e levado a Alixandría. E allí non seyendo conocido
e temiendo de se fazer conocer, costreñido de la necesidad, con pobreza diose
a oficio de falconero e de curar aves, de lo cual él sabía mucho. E por este tal oficio
veno a noticia del Saladito, el cual lo sacó de la prisión e tomólo por su falconero.
Micer Corrello, que era llamado en casa del soldán «el cristiano» porque otro nombre
non le sabían, e teniendo todo su coraçón en Pavía e deseando allí tornar, tentó
por algunas vezes de fuir pero no falló manera. E acaeció en este tiempo que venieron
ciertos embaxadores al soldán por rendir algunos cabtivos, e pensó con aquellos
de escrevir a su muger cómo él era bivo e como pudiese tornaría a su casa; e escritas
sus letras, rogó a los embaxadores que trabajasen cómo aquellas letras viniesen
a la mano del abad de San Pedro de Cielo de Oro, que era su tío.
11 Corrijo ESC suprimiendo dueña, repetición errónea del término ya corregida por el copista.
12 Corrijo ESC suprimiendo aniño, lección errónea de anillo, ya enmendada por el copista.

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E estando allí preso, acaeció un día, razonando con el soldán de los falcones
suyos que él avía en cura, que micer Corrello se començó a sonreír e fizo un gesto
por la boca por el cual el Saladino lo conoció, ca estando en su casa en Pavía le avía
visto {f 56v} fazer aquel mesmo semblante. E tornando a su memoria, guardólo e
mirólo deligentemente e parecióle en todas maneras aquel ser micer Corrello e
díxole:
–Dime, cristiano, ¿de cuál tierra eres tú?
–Señor mío –dixo micer Corrello– yo só lombardo, pobre ombre e natural de la
cibdad de Pavía.
E como el Saladino oyó esto, así certeficado de aquello que antes dubdava, dixo
entre sí mesmo con grande plazer: «Dios me ha dado tiempo de mostrar a este cavallero
cuánto fue agradable la su cortesía e gentileza»; e sin dezirle más, metiólo en
la cámara de sus paños e díxole:
–Guarda, cristiano13, si entre estas ropas ay aquí alguna que tú ayas visto jamás.
E micer Corrello començó a mirar e vido aquella ropa que su muger avía dado
al Saladino, pero dubdando aún que aquella fuese, respondió:
–Señor mío, yo non conosco alguna d’estas ropas; sea verdad que aquellas dos
ropas que allí son, me parecen de unas ropas que vestí a tres mercadores.
Estonces el Saladino, non se podiendo más sofrir nin detener, fuese a él e abraçólo,
e díxole:
–Vós sodes micer Corrello e14 yo só uno de los tres mercadantes a los cuales
vuestra muger dio estas ropas; e agora es venido el tiempo de fazer acerar vuestra
debda de cuál es la mi mercadería, así como yo vos dixe cuando de vós me partí.
Micer Corrello, cuando esto oyó, alegróse mucho, empero ovo vergüença del
Saladino, el cual le dixo:
–Micer Corrello, pues que vos Dios aquí ha traído, pensad que vós sodes el señor
d’esta tierra e non yo.
E faziendo con él grande fiesta e alegría, fízolo vestir de muy reales vestiduras;
e mostrólo a todos sus grandes ombres loando mucho la nobleza de su condición, e
mandó que cualquier que a él amava e deseava aver su gracia, que así honrase a
micer Corrello como a su propia persona. E de aquel día adelante así fue fecho e
complido, pero comoquier que todos lo honrasen, mucho más lo honravan aquellos
{f 55r} dos15 señores que avían seydo compañeros del soldán en aquel viaje cuando
él fue en Pavía. E micer Corrello, con gloria d’esta honra e buena andança en que
estava, algún poco se olvidó de su casa e de su muger, especialmente porque esperava
que las letras que él avía a su muger embiado le serían dadas e por esto él se
asegurava que ella non faría de sí mudamiento alguno.
Pero así fue que, en el tiempo que el Saladino ovo aquella vitoria de los cristianos,
murió allí un cavallero de pequeña manera e avía nombre micer Corrello de
Digredi. Por lo cual, seyendo micer Corrello de Pavía honrado de todos los seño

13 Corrijo ESC suprimiendo –s, error de concordancia de cristiano, ya enmendado por el copista.
14 Corrijo ESC suprimiendo so, anticipación del verbo ya corregida por el copista.
15 Corrijo ESC suprimiendo a, error ya enmendado por el copista.

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Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
res de la hueste por la su nobleza e buena condición, cualquier que oyó que micer
Corrello era muerto non entendió que otro fuese si non él, e el caso que sobreveno
del perdimiento de la hueste lo fizo más aína creer. Por lo cual, muchos que tornaron
por Pavía lo contaron e aun algunos dixieron que ellos lo vieron muerto, la cual
cosa sabida por la su amada muger e por sus parientes fue cabsa del grandísimo
dolor.
Luenga cosa e cuasi emposible sería de contar la tribulación e tristeza de la
muger suya; pero pasando algún tiempo fue cesando el dolor e las lágrimas, e fue
demandada en casamiento de los mayores ombres de Lombardía, e sus hermanos la
amonestavan e requerían que se casase. Lo cual, comoquier que ella muchas vezes
lo negase pero a la fin, costreñida por sus hermanos e parientes, convínole complazerlos,
empero con tal condición: que ella non casase fasta ser complido el término
que ella avía prometido a micer Corrello.
E en tanto que en Pavía las cosas estavan en estos términos e non quedando de
pasar más de ocho días del término, acaeció que micer Corrello, andando un día por
la cibdad de Alixandría, vido uno de aquellos embaxadores genoveses con que él
avía escrito a su muger; e llamándolo demandóle qué viaje avía avido.
–Señor mío –dixo aquél– la nuestra galea fizo mal viaje, así como sope en la isla
de Creta, donde yo quedé cuando salí de la galea; ca segúnt a mí fue dicho, estando
cerca de Ceszillia, se levantó un viento que la {f 55v} levó a ferir en la Barvería, así
que uno solo de los que en ella ivan non escapó.
E micer Corrello, dando fe a las palabras de aquél e acordándose qu’el término
que él avía tomado, creyó que si en Pavía non sabían alguna cosa, que su muger
devía ya ser casada; e pensando en esto, tanto dolor e angustia le veno al coraçón
que perdió el comer e el dormir, e caído en la cama delibró dexarse dormir. Lo cual
así como el Saladino lo sopo, veno a lo ver. E desque le contó la cabsa de su enojo,
reprehendiéndolo mucho el soldán porque esto non le avía antes dicho e rogóle
mucho que él se confortase, certeficándole qu’él faría en tal manera que él sería en
Pavía al término que él deseava, e díxole la manera cómo. Micer Corrello, dando fe
a las palabras del soldán, començóse de confortar pediéndole por merced al Saladino
que lo pusiese en obra. Por lo cual luego el soldán dio carga a un maestro muy
sabio en el arte de nigromancia, la ciencia del cual él muchas vezes provara, que le
diese manera cómo micer Corrello en aquella noche sobre una16 cama fuese puesto
en Pavía; lo cual el nigromántico dixo que luego sería puesto, pero que era necesario
por el provecho del mesmo que lo fiziese dormir.
E aquesto así ordenado, el Saladino tornó a micer Corrello e fallándolo deseoso
allende de manera o de ser aquella noche en Pavía o ser muerto si aquello non podiese
ser, díxole el soldán:
–Micer Corrello, si vós tanto afectuosamente amades a vuestra muger, yo non
riepto17 d’ello, ca por cierto así de costumbres como de fermosura ella es aventajada
de cuantas dueñas yo vi. Es verdad que yo avría singular plazer que, pues la for

16 Corrijo ESC suprimiendo cast, error ya enmendado por el copista.
17 Riepto: variante diptongada del verbo retar.

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Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
tuna aquí vos ha traído, que aquel tiempo que yo e vós avíamos de bevir, que vós e
yo biviéramos en uno en el govierno de mi imperio e señorío e amos fuéramos eguales
e egualmente señores; pero pues non me avía de otorgar aquesta gracia e tal imaginación
vos avía de venir al coraçón de querer ser en Pavía a tan breve término o
si non de ser la muerte, oviera yo grande plazer de lo saber antes con tiempo, porque
con aquella honor e {f 56r} así acompañado como la vuestra singular virtud lo
ha merecido, yo vos pudiera embiar a vuestra casa. Mas pues este plazer non fue
otorgado e a vos al presente plaze ir allá, así como mejor podiere e en la forma que
vos he dicho, vos embiaré.
Al cual micer Corrello respondió:
–Señor mío, sin yo oír vuestras palabras, las obras me han mostrado vuestra graciosa
voluntad, la cual yo non merecía, e de aquello que vuestra señoría me promete
yo só bien cierto, pero mi necesidad me costriñe a escoger tal partido: yo vos
suplico que esto fecho sea muy aína, porque mañana es el día postrimero en que yo
tengo ser esperado.
El soldán le dixo que así sería fecho e luego mandó fazer en una sala una cama
muy rica, segúnt la costumbre suya, toda cubierta e guarnida de paños de oro e de
seda e encima fizo poner una colcha toda labrada e boslada de perlas gruesas e de
piedras muy preciosas, la cual fue después estimada en un valor infinito; e mandó
vestir a micer Corrello una ropa a la guisa serrazina, la más rica que jamás fue vista,
e fízole poner en la cabeça una toca muy rica. E seyendo una pieça de la noche pasada,
el Saladino con muchos de sus grandes señores se fue a la cámara donde era
micer Corrello e llorando le dixo:
–Micer Corrello, la ora en que yo de vós me he de partir se acerca mucho, e porque
yo non vos puedo acompañar por la cualidad del camino que vós avedes de
fazer, aquí en esta manera me conviene despedir de vós. E por ende, antes que vos
yo encomiende a Dios, vos ruego por aquel amor que entre nós es, que siempre se
vos recuerde de mí; e si posible fuere, antes que nuestra fin sea, que ordenados en
la Lombardía vuestros fechos, sola una vez me vengades a ver, porque yo pueda alegrarme
otra vez con vuestra vista e asimesmo pueda complir e emendar {f 56v}
aquel defecto, porque só con la vuestra partida así quexoso. E en tanto que esto sea,
non vos sea grave vesitarme con vuestras letras faziéndome saber de vós e requeriéndome
de aquello que a vos acá será plazible, ca sed cierto que más de grado lo
faré por vós que por ombre biviente.
Micer Corrello, veyendo la nobleza e benignidad del Saladino, non podiendo
tener las lágrimas respondió en pocas palabras, diziendo que imposible cosa era
qu’él olvidase los grandes beneficios e el amor que en él avía fallado e que sin dubda
él faría todo aquello qu’él mandava, si tiempo oviese para ello. E esto así dicho, el
Saladino lo abraçó muy amigablemente e díxole:
–Andad con Dios.
E salió de la cámara; e todos los otros grandes señores que allí eran, tomaron
licencia de micer Corrello e se fueron con el soldán allí donde la cama estava aparejada.

E seyendo ya tarde, el nigromántico mostró a micer Corrello un brevaje e dixo
que aquello era para lo fortificar al trabajo del camino e fízogelo bever; e en aquel
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Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
punto fue luego dormido. E puesto en la cama, sobre la cual el soldán puso una corona
muy fermosa e de grande valor, e tales señales puso en ella porque después claramente
fuese sabido que él la embiava a la muger de micer Corrello. E después
fízole poner en el dedo una sortija de oro en la cual avía un carbúncolo tan precioso
e tanto claro que parecía un fuego encendido, el valor del cual apenas podría ser
apreciado; e después fízole ceñir una espada con muy rica guarnición e púsole en los
pechos un firmalle18 con tantas perlas e perlas que valían un grandísimo precio; e de
cada parte d’él fizo poner dos grandes bacines de oro llenos de doblas; e allende
d’esto fizo poner allí muchas perlas e sortijas con piedras e cintas guarnidas de oro
e otras muchas joyas tales e de tanto valor que luenga cosa sería de contar. E esto
fecho, el {f 57r} Saladino dio paz a micer Corrello e buelto al nigromántico le
mandó que se despachase; e luego allí en la presencia del soldán e de sus cavalleros
fue levantada la cama con micer Corrello e andovo su camino, e el soldán con sus
grandes ombres quedó fablando d’él.
E en poca de ora micer Corrello en su cama fue puesto en la eglesia de Sant Pedro
de Cielo de Oro, así como él lo avía demandado; e estando allí yaciendo, él todavía
dormiendo, e veniendo la ora de los maitines el sancristán entró en la eglesia con una
lanterna en la mano; e veyendo aquella rica cama, non solamente se maravilló, mas
aviendo muy grande pavor se tornó fuyendo atrás. De lo cual así el abad como los
monjes que lo vieron fuir, se maravillaron e preguntáronle por qué fuía.
E cuando el monje gelo dixo, el abad maltrayéndolo dixo:
–¿E cómo? ¿Eres tú algún niño que fuyes de miedo? Vamos agora e veamos
quién te ha fecho loco.
E encendidas candelas, el abad e los monjes entraron en la eglesia e cuando vieron
la cama tan rica e el cavallero que dormía en ella; e mientra así estavan temerosos,
seyendo acabada la substancia e fuerça del brevaje, despertó micer Corrello e dio
un grande sospiro. Lo cual, como los monjes e el abad lo vieron, espantados de fuerte
manera dieron todos a fuir dando bozes. E micer Corrello abrió los ojos mirando
derredor de sí, conoció manifiestamente que él estava allí donde al soldán avía
demandado, de lo cual él fue muy alegre; e estando sentado en la cama e mirando el
oro e las piedras e joyas que entorno d’él estavan, comoquier que antes oviese conocido
la19 magnificencia del Saladino, entonce le pareció que non lo avía conocido. E
estando así asentado, sin se mudar de aquel lugar, sentiendo que los monjes todos
pavorosos e con miedo avían fuido, començó a llamar al abad por su propio nombre
rogándole que non oviese miedo, ca él era Corrello su sobrino. E el abad, oyéndose
llamar por su nombre, ovo mayor miedo especialmente por lo llamar su sobrino, {f
57v} el cual él creía ser muerto; empero oyendo que lo llamava muchas vezes aseguróse
e tomó esfuerzo en sí, e faziendo el signo de la cruz vénose a él.
Al cual micer Corrello dixo:
–E padre mío, ¿de qué dubdades vós? Que yo só bivo e torno de ultramar.
18 Firmalle: variante de firmal.
19 Corrijo ESC suprimiendo la, repetición errónea del artículo.

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E el abad, comoquier que micer Corrello estoviese muy demudado así por el
ábito morisco como por tener la barva crecida, pero mirándolo deligentemente reconoció,
e de todo punto se asegurando, tomólo por la mano e díxole:
–Fijuelo mío, tú seas bienvenido. Non te maravilles si de ti tomamos algún
espanto, ca en esta cibdad nin en toda esta tierra non es ombre que non crea que tú
seas muerto; e aún te digo más, que tu muger, vencida por los ruegos e mandamientos
de sus parientes, contra toda su voluntad es desposada, e este día que viene
ella va al nuevo marido, e las bodas e fiestas son ya aparejadas.
E micer Corrello, oídas estas nuevas, levantóse luego de aquella rica cama en
que yazía e abraçando al abad e a los monjes con grande alegría, les rogó que ninguno
non publicase su venida fasta tanto qu’él oviese fecho aquello que le era necesario
de fazer. E esto fecho, fizo poner en buena guarda las ricas e preciosas joyas
que allí estavan e después contó al abad por orden todo aquello que le era acaecido;
de lo cual el abad, alegrándose mucho con su graciosa e buena fortuna, dio a Dios
muy singulares gracias. Micer Corrello, después de aquesto, preguntó al abad su tío
quién era aquel que con su muger avía de casar; el abad gelo nombró.
E micer Corrello dixo:
–Agora conviene que, antes que ninguno sepa que yo só tornado en Pavía, yo vea
cuál continencia mi muger faze en estas bodas, e si ha alegremente con el nuevo
marido o si con triste recordança de mí en esta fiesta se converná ver; e por ende,
comoquier que costumbre nin usança non sea de los monjes de ser presentes a tales
fiestas e actos, todavía yo quiero que por amor de mí, a vós plega de ordenar que
vós e yo seamos presentes {f 58r} [mano 2]20 a estas bodas.
El abat por le complazer gelo otorgó. E como el día fue claro embió por un nuevo
mensagero a dezir al nuevo desposío21 que aquel día con un su amigo acercarse a sus
bodas; el gentilombre respondió qu’él era d’ello muy alegre e gelo agradecía mucho.
Pues continuándose la fiesta e veniendo la ora del comer, micer Corrello, con aquel
ábito que el soldán le avía fecho vestir, se veno a la casa donde las bodas se fazían,
maravillándose todas22 los que lo miravan de su gesto e ábito; el abad dezía a los que
le preguntavan que era un cavallero moro que el Saladino embiava al rey de Francia
por embaxador. E cuando los cavalleros cibdadanos que allí estavan se ovieron de
asentar, micer Corrello fue puesto en una mesa que estava en derecho de la mesa
donde la novia estava, a la cual él con grande plazer reguardava, e parescióle que ella
fuese muy turbada e muy triste. La dueña asimesmo mirava a él algunas vezes, non
empero porque d’él oviese conocimiento alguno, ca la estrañeza del ábito e la barva
luenga, e lo que más era, la firme creencia que ella avía qu’él fuese muerto, le fazía
desesperar qu’él fuese. E fue así que cuando pareció tiempo a micer Corrello de provar
e tentar a su muger si d’él se acordase, sacó el anillo que ella le avía dado cuando
d’él se partió e llamando a un servidor de los que a ella servía, díxole:
20 Este folio carece de numeración y las características de la letra coinciden con las que se han descrito
en el caso de la mano del folio 51.
21 Desposío: la lección no está documentada y deriva del verbo desposar.
22 Todas: error de copia por *todos.
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–Tú dirás de mi parte a la nueva esposa que la usança de mi tierra es que, cuando
algún estrangero es combidado a alguna fiesta de bodas, que en señal que la novia
aya plazer de su venida e por la onrar, que la copa con que ella beve gela embíe llena
de vino; de la cual después que el estrangero ha bevido, ella ha de bever el restante.
El moço fizo el mandado. La dueña, como aquella que era gentil e bien acostumbrada,
creyendo que éste fuese segúnt el ábito que traía algún grande ombre
estrangero, por mostrar que avía grant plazer de su venida allí, embióle una grande
copa que antes sí tenía llena {f 58v} de vino. Micer Corrello, que tenía puesto el anillo
en la copa, bevió la mayor parte del vino que en la copa estava e, acabado de
bever, dexó caer el anillo en la copa sin que alguno lo viese e embió la copa a la
novia. La cual, por complir la usança del estrangero, bevió el vino que en ella avía
fincado e vido el anillo en ella, e sin dezir palabra alguna nin mudar el gesto, lo
reguardó e miró; e conociendo que aquél era el que ella avía dado a micer Corrello
a la prisa que d’ella se partió, lo tomó en la mano e teniéndolo deligentemente, los
ojos en aquel estrangero, e non dubdando que aquél non fuese el su marido micer
Corrello, toda cuasi furiosa e salida de sentido, lançando en tierra la tabla que antes
sí tenía, dixo a grandes bozes:
–¡Éste es micer Corrello! ¡Éste es el señor mío!
Non curando de la tabla a la cual estava, nin curando de los paños que ella vestía,
nin de los manjares e vinos que a la tabla estavan, mas allegándose a él lo abraçó
con grande amor; e non partiendo los amorosos braços del cuello d’él estovo así una
pieça, fasta tanto que le dixo que lo dexase, que asaz tiempo avía de lo abraçar.
Por lo cual ella non se desviando del su amado marido e seyendo todas las
bodas en grant turbación por acto tan menudo e tan estraño, e comoquier que por
la venida de micer Corrello muchos oviesen grande alegría, rogando a todos que
callasen, contó a todos por orden aquello que le era acaecido desde el día de su partida
de Pavía fasta el presente punto, concluyendo que a·quel gentilombre con
quien su muger avía de casar non le devía desplazer si él quería cobrarla e retornarla
en su posesión. A lo cual aquel cavallero, comoquier que de tal caso fuese turbado,
pero respondió que micer Corrello podía recobrar e tomar lo suyo cuando a
él ploguiese. La dueña tornóle su anillo e su corona, a la cual como a esposa nueva
le avía dado, e en señal que ella se restituyó a micer Corrello, puso en el dedo el
anillo que falló en la copa e agradóse de la corona que23 micer Corrello le avía traído,
e partióse de aquella casa donde estava con grande fiesta e pompa de bodas. E
fueron a la casa de {f 59r24} [mano 1] micer Corrello, donde los parientes e amigos
d’él, que antes eran desconsolados, mirándolo como miraglo, se alegraron e
fizieron con él grande fiesta.
23 Estas últimas líneas del folio 58v están escritas con una letra más pequeña, ricas de abreviaturas, la
distancia entre los renglones es mucho menor y todo indica la necesidad de aprovechar más el espacio de
manera que quepa todo el contenido. Este aspecto paleográfico podría confirmar la hipótesis de una reescritura
posterior de este folio, además del folio 51.
24 Como señala también Bourland en su descripción codicológica (1905: 33), el folio 59 está cortado y
la página queda alrededor de 2 cm más estrecha y poco más de 1 cm más corta que las demás. Posiblemente
esta anomalía esté relacionada con la presencia de la segunda mano de los folios 51 y 58.
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Cap. XXIX Del Saladino e de micer Corrello de Pavía
Micer Corrello, pagando al cavallero lo que avía gastado en las bodas, e partiendo
con el abad e con los monjes de aquellas joyas que traía, e dando a otros
muchos largamente, e dende a pocos días fizo saber al soldán su buena ventura e
estado, e bivió después mucho tiempo con la su amada muger, continuando su franqueza.

E a tal fue el son del trabajo de micer Corrello e de su muger e el gualardón de
la su cortesía e gentileza, de la cual algunos se esfuerçan de usar e así mal lo saben
fazer, que las venden más que ellos valen; por lo cual, si non han el gualardón como
este gentilombre ovo, non se maravillen pues el fin que aquellos fazen non concuerdan
con el suyo.
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